La producción de gas natural en México ha disminuido un 35% entre enero de 2010 y septiembre de 2024, a pesar de que el país posee una de las mayores reservas del mundo, según el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO).
En un informe titulado “Gas natural: aliado de la transición energética y promotor de desarrollo y prosperidad”, elaborado en colaboración con la Asociación Mexicana de Gas Natural (AMGN), el IMCO señala dos factores principales que han frenado la producción nacional de gas natural: los precios competitivos en Estados Unidos y la priorización de la producción de petróleo crudo en México.
En cuanto a las reservas, México cuenta actualmente con 34.9 billones de pies cúbicos (MMMMpc) de gas natural, distribuidos entre reservas probadas (12.3 MMMMpc), probables (11.0 MMMMpc) y posibles (11.6 MMMMpc). A este ritmo de producción, las reservas 3P (probadas, probables y posibles) serían suficientes para cubrir 21.1 años de consumo.
A pesar de la caída en la producción de gas natural en las últimas décadas, México tiene un gran potencial para aumentar la producción de este recurso, especialmente en los campos de Quesqui e Ixachi, que representan el 61% de las reservas probadas, probables y posibles del país.
No obstante, los precios competitivos del gas natural en Estados Unidos han incrementado la dependencia de México de las importaciones de gas, lo que ha llevado a un notable aumento en las importaciones desde el norte. Según la Administración de Información Energética de EE.UU., las importaciones de gas natural desde Estados Unidos a México a través de gasoductos crecieron un 2038.6% entre 2000 y 2023, pasando de 287 millones de pies cúbicos por día (MMpcd) a 6,141 MMpcd.
El informe señala que, si bien las importaciones no representan un problema por sí mismas, ya que son una respuesta lógica a la oferta competitiva en el mercado estadounidense, es fundamental que México desarrolle infraestructura adecuada para el transporte y almacenamiento de gas, así como un impulso a la producción nacional. Esto permitiría equilibrar mejor las importaciones y la producción local, garantizando la seguridad energética del país frente a posibles cambios bruscos en la oferta y demanda de energía.
Actualmente, México depende en gran medida de las importaciones de gas natural desde Estados Unidos para la generación de electricidad y diversas actividades industriales.